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Erasmus en Oxford

A la sombra de un león

Llegó con su espada de madera
y zapatos de payaso a comerse la ciudad.
Compró suerte en Doña Manolita
y al pasar por la Cibeles quiso sacarla a bailar
un vals, como dos enamorados
y dormirse acurrucados a la sombra de un león.
¿Qué tal?, estoy sola y sin marido,
gracias por haber venido a abrigarme el corazón...

Ayer, a la hora de la cena,
descubrieron que faltaba el interno 16.
Tal vez disfrazado de enfermero
se escapó de Cienpozuelos con su capirote de papel.
A su estatua preferida
un anillo de pedida le mangó en El Corte Inglés...
Con él en el dedo, al día siguiente,
vi a la novia del agente que lo vino a detener.

Cayó como un pájaro del árbol
cuando sus labios de mármol le obligaron a soltar.
Quedó un taxista que pasaba
mudo al ver como empezaba la Cibeles a llorar...
¡Y chocó contra el Banco Central!

Bonita historia de amor del genio Joaquín Sabina.

Joaquin Sabina

3 comentarios

silvizi -

No la conocía y me ha gustado mucho. La verdad es que tiene un montón de letras que son de ponerse los pelos de punta. Conmigo, lo consigue.

lapsus de memoria -

me encanta sabina, pero personalmente prefiero "a la orilla de la chimenea".

Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual que los labios
que beso en mis sueños,
puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo, tu todo,
tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.
y si quieres también
puedo ser tu estación y tu tren,
tu mal y tu bien,
tu pan y tu vino,
tu pecado, tu dios, tu asesino...

o tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor
que me falta valor para atarte a mi cama,
puedo ponerme digno y decir:
"toma mi dirección cuando te hartes de amores
baratos de un rato... me llamas".
Y si quieres también
puedo ser tu trapecio y tu red,
tu adiós y tu ven,
tu manta y tu frío,
tu resaca, tu lunes, tu hastío...
o tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda,
en mitad de la calle y desnuda.
y si quieres también
puedo ser tu abogado y tu juez,
tu miedo y tu fe,
tu noche y tu día,
tu rencor, tu por qué, tu agonía...

o tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.